- Porque no es nada fácil bajar un día de la azotea de la casa de uno, decirle a los padres o a la esposa y a los hijos que acaba uno de ver una estrella, que esto quiere decir que se tiene que ir uno al Occidente.
- Tampoco es nada fácil y agradable oír lo que esos seres queridos le dicen a uno cuando se enteran de que, además de emprenderla a Occidente, se va a llevar su oro, su mirra y su incienso. Y para acabarla de amolar, que se va uno con sus cuates que también son magos.
- Y menos fácil aún es dejar a os padres o a la esposa y a los hijos hechos un mar de lágrimas, abandonar las comodidades que se tienen en casita, subirse al camello y dirigirse, a través de todos los peligros del desierto, hacia Occidente.
- Cumplir con la voluntad de Dios no es, pues, pana fácil.
No es fácil cumplir la voluntad de Dios, pero ¿por qué no les pedimos a los Santos Reyes -que ciertamente no fueron reyes pero sí santos y que saben bien lo que cuesta darle gusto a Dios- que nos ayuden a subir al camello y a emprenderla... para donde Dios quiere que la emprendamos?
Texto tomado del folleto dominical El día del Señor, de Buena Prensa, número 680, 6 de enero 2013
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